Dime, agonizante, que tiene el cielo que no tenga yo
le preguntaron al niño mientras vaciaba de alquimia su trémulo corazón.
Todas las razones que tengo de alcanzarte,
todas las razones que tengo en la vida para olvidar el pecho al que disparo, 
todas las razones que tengo para amarte
todas las razones del fuego y la lógica de un duelo en el centro del huracán,
todas las razones que tengo para precisamente no tenerlas.
Todas llegan mudas a una tímida pineal, que se escurre de tu nuca, entre tu espalda que es mi mano y mi boca que es de nadie.
A otra le preguntaron por las nubes que cuando niña dejó amarradas a su cadera,
la hacían ver mas claro, desde el rezo del abismo a la tierra húmeda
que tenías la suerte de una pluma caída del Vimana
que tenías la mirada de todos los siglos, de todos los senderos, de todas las palabras.
Dime, agonizante, que dijo la luna que quiere saber de mi?

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